No hubo color. Javier Serrano y su tripulación del Real Club Náutico de Valencia se alzaron ayer con el triunfo en la II BMW Sailing Cup, prueba disputada hasta ayer en Dubái.
Los valencianos fueron los mejores, de eso no le quedó duda al resto de los competidores, impresionados por el buen hacer de los españoles.
Fue un día redondo. Los españoles vencieron a Italia en la final con un contundente 2-0, sin dar ninguna opción a su rival. Hasta Russell Coutts, director general del BMW Oracle, felicitó a los ganadores con entusiasmo: "Me habéis impresionado", dijo el neozelandés a sus vecinos de Valencia.
Serrano fue el mejor patrón en Dubái pero sus cuatro compañeros, Víctor Villalba, Álvaro González, José Luis Escudero y Javier Valero, conformaron también la mejor tripulación.
La clave del éxito en la BMW Sailing Cup fue la compenetración del equipo y la calidad en la caña de Serrano. Nadie presentaba un currículo como el castellonense: tres títulos mundiales en la clase Vaurien.
La última jornada no tuvo más color que el rojigualda. La primera manga de la mañana fue la segunda regata ante Inglaterra. La falta de tiempo hizo que el viernes se tuviera que posponer el desenlace. La manga fue claramente ganada por los españoles, que navegaban con mucho mejor ángulo y con más velocidad que sus rivales.
Y lo que para el resto representaba un suplicio, las maniobras de paso por boya, para los del RCN Valencia era coser y cantar.
Por su parte, Italia aprovechó un grave error en la última izada de spi de Nueva Zelanda para decidir su serie. La final estaba servida.
El temor de los españoles era el sistema de competición. El match-race no es la especialidad preferida de Serrano. Y, además, sabía que los rivales eran buenos en la lucha cara a cara. Sin embargo, Serrano hizo una excelente primera salida sacando provecho a su ventaja de zarpar por el barco del comité y penalizando a los italianos. La victoria estaba servida.
La segunda manga fue más reñida de inicio, pero en el primer cruce que protagonizaron los dos barcos se produjo una colisión en la que los jueces culparon a los italianos. Serrano recibió un fuerte golpe en su velero y pensó que el daño podía haber afectado a una parte delicada del casco. Los árbitros decidieron que se siguiera regateando y, aunque el barco navegaba perfectamente, tenían miedo de poder romper alguna pieza. Al final no hubo mayor problema y entraron en la meta henchidos de gozo y de victoria.
(de J.Aguadé en lasprovincias.es)
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